A los nueve días vuelve a hacer un nuevo testamento, rectificando en parte el anterior. Veamos los puntos mas salientes de él.
Repite, como en el anterior, que está enfermo, aunque en plenas facultades para otorgarlo. Dada su enfermedad, lo hace en casa de Catalina de Montemayor, viuda de su hermano Fernando, en presencia de su sobrino Fernando, como había hecho el primero.
Revoca el nombramiento que hizo del Lcdo. Pedro Bujeda y nombra como patrono y administrador único al Lcdo. Pedro de Vílches Delgado, presbítero de Valdepeñas.
Solamente éste podrá nombrar los ermitaños, y, si lo desea, podrá vivir en la casa de la ermita, que está incorporada a la Iglesia. Si éste no lo hiciere, podrá vivir en la casa el Ldo. Bujeda, el cual no debe entrometerse en la administración de la obra pía.
Revoca también, dice, el nombramiento de albacea, que hizo del Prior de Valdepeñas y manda que su testamento no tenga efecto hasta el día de Pascua de Resurrección del año del Señor de mil seiscientos y diez años, si yo falleciere antes, porque mis herederos tengan tiempo en que poder hacer dineros para pagar dichos legajos.
Después de este recorrido sinuoso y complicado, debemos pararnos para intentar sacar algunas conclusiones y aclarar los interrogantes presentados:
a. En el tiempo en que el hermano Ginés vive en Chircales están viviendo con él, Pedro Bujeda y Fernando del Salto Escobar, presbíteros y Diego Ruíz de Aranda, laico y al menos otros dos laicos. En la casa vive el patrón y en las celdas construidas, los otros cuatro o cinco ermitaños. El hermano Ginés es, en este momento, el alma del aquel grupo de ermitaños.
Él es el encargado de recibirlos en el eremitorio y comprobar si tienen los postulantes las cualidades necesarias para entrar en el grupo. Es él quien debe iniciarles en la vida de oración y religiosa.
b. Aparece claro que el hermano Ginés dejo Chircales por razones de Salud y ante la mala gestión de la obra pía llevada por Fernando del Salto, se reincorporó de nuevo a Chircales, obligando a su hermana a que le entregara veinte y cinco ducados, como compensación de no haber realizado la obra convenida.
El recogimiento durante 30 años estuvo funcionado, con Ginés al frente, perfectamente. Era un lugar al que acudían los fieles de Valdepeñas con mucha frecuencia y los ermitaños con la austeridad de su vida eran un ejemplo y un estímulo para su vida religiosa.
No conocemos el momento en que deja de nuevo el eremitorio, aunque debió ser al sentirse gravemente enfermo.
c. Hay, por supuesto, una defenestración de Pedro Bujeda, que tenía una cultura superior a él, al ser presbítero. Aparece clara la preponderancia de Ginés, como único dueño y señor. Este presbítero cordobés es un hombre sencillo y profundamente religioso. No le gustaba el protagonismo y siempre estuvo en un segundo plano.
Gaspar Lucas no lo nombra patrono, sin lugar a duda debido a las presiones ejercidas sobre él, por un grupo de personas, en el momento de su muerte. Debió morir hacia el cinco de junio. No obstante, volveremos con posterioridad a hablar del tema.
Es extraño que Pedro Bujeda, natural de Córdoba, venga a Valdepeñas a vivir como ermitaño. Veremos con posterioridad cual puede ser el motivo.
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