INDICE GENERAL DE LA OBRA

miércoles, 12 de noviembre de 2008

11. Nombre de los Ermitaños

Haciendo constar, como hemos dicho anteriormente, que el esplendor de este eremitorio brilla de una manera especial desde su inicio hasta la muerte de Ginés de Jesús. Vamos a indicar los nombres, de los que tenemos conocimiento en este período y los escasos datos que conocemos sobre el particular. No excluimos la posibilidad, de que en la primera etapa de la experiencia hubiera otras personas, cuyos nombres desconocemos por el momento.
De antemano quiero advertir, que la enumeración va ser muy larga y tal vez se haga pesada la lectura, por ser muy reiterativa la enumeración de tantas personas. No obstante es muy curiosa, ya que nos va descubriendo una serie de personajes, que por sus apellidos, vemos que siguen teniendo cierta vigencia entre nosotros.
Os invito a que sigáis leyendo, ya que el recorrido de casi dos siglos que dura la experiencia, nos da a entender el largo proceso de Chircales, aunque sea de una manera tangencial, ya que descubrimos su sistema de vida. Es verdad que la historia la hacen los grandes personajes, pero es más verdad que el auténtico tejido de la historia humana está hecho de empujones de personas humildes, que cada día van poniendo un granito de arena para edificar un mundo más humano y justo.
Pedro Fernández, ermitaño, al que Juan Ruiz Castellano entregó para recogimiento un pedazo de tierra y posteriormente seis fanegas. Se da a entender que el dicho Pedro Fernández vivia en dicho sitio como ermitaño con anterioridad al 13 de abril de 1566, en que hace la fundación Juan Castellano.
En esta primera etapa y posiblemente con anterioridad debió haber otros ermitaños, que vivían en la cueva, y tal vez empezaron a construir una ermita más pequeña que la actual, ya que en un documento de 1566 se habla ya de la ermita de Chircales. No obstante consta que el hermano Ginés la amplió y los demás ermitaños la siguieron reformando en los años posteriores. Es posible que, incluso con anterioridad a la fundación de Valdepeñas, ya estuvieran en Chircales viviendo en las cuevas y hubiera empezado a funcionar el eremitorio y la ermita. En esta época habría que situar a Fray Fernando y a otros ermitaños cuyos nombres desconocemos. Algunos de ellos eran sacerdotes, seculares o religiosos franciscanos o capuchinos.
Diego Gómez, presbítero y natural de la Rambla de Córdoba, el cual murió el día 15 de febrero de mil seiscientos y siete, siendo enterrado en la misma ermita. En su testamento, hecho ante Joan de Medina el año 1603, nombro albaceas a Alonso Morales y a Ginés de Nápoles, a los que dejó sus bienes personales. Otra parte de ellos los deja a su sobrina y a los jesuitas. Los jesuitas en este momento tienen una gran presencia en Valdepeñas, ya que acompañan a los Obispos en las visitas que estos hacen a las parroquias, para predicar unas misiones que solían durar seis o siete días. Administraba el huerto legado por Miguel Ruiz de Montoro.
De esta época o tal vez más antiguo, debió ser el hermano Lázaro de San Juan, del cual conocemos que murió el año 1615, pero no sabemos la fecha en que entró a vivir en Chircales. La historia de este personaje la conocemos por las actas de fundación del Convento de San Francisco de Jaén, a cuya orden perteneció como hermano lego. Los franciscanos admiraban la vida eremítica y éste decidió venirse a vivir a Chircales. La historia la cuenta la crónica de esta manera: Era natural de la ciudad de Jaén, hijo de padres pobres y muy cristianos. y habiendo muerto éstos, se conservó con una hermana suya, sustentándose los dos con el trabajo de su hermano. La primera diligencia del día era entrarse, en la parroquia de San Juan, que estaba inmediata a su casa, donde tenía un rato de oración; iba luego por su sustento y después al trabajo. Era su oficio cordonero, y nunca le oyeron sus compañeros palabra indecente ni ociosa; sus conversaciones eran tratar de Dios, exhortarles a evitar las culpas y cumplir con sus obligaciones; y así era tenido por hombre casto, puro, virtuoso y muy penitente. La mayor parte de la noche oraba fervoroso en su casa; los días de fiesta los gastaba todos en la Iglesia, si no es algunos ratos que ocupaba en obras pías; y habiéndose venido unos religiosos de San Juan de Dios a fundar en esta ciudad, se, agregó a ellos para pedir limosnas y curar a los enfermos, hasta que se fueron por no poder sustentarse.
Trató el siervo de Dios de irse a un desierto, para lo cual tomó el hábito de San Francisco; mudó el nombre en Lázaro, que hasta aquí había sido Juan de San Juan, como su padre; y aunque conservó el apellido fue por ser nombre de Santo, que por otro título no lo tomara, como ni hizo caso del apellido de su madre, que se llamaba Ana Heredia.. Con este nuevo traje se fue a las hermitas de Chircales, distantes tres leguas de Jaén; en esta soledad vivió algunos años en compañía de un antiguo ermitaño, a quien dio la obediencia y le tuvo por maestro; éste una noche a deshora se enfadó con el hermano Lázaro y entre otras cosas le dijo que se fuera de la hermita y no parase allí aquella noche, y vio que dos o tres demonios iban de él a su maestro muchas veces, sembrando discordia, y muy alegres le echaban del desierto. Entróse a su hermano padre, díjole lo que pasaba, pidiéndole, arrojado a sus pies, perdón, por si lo había ofendido, y dado alguna causa a su enfado; y conociendo los dos la astucia de Satanás, hicieron concierto de no darle jamás ocasión de risa al demonío, y así lo cumplieron el tiempo en que estuvieron juntos.
Antes de continuar la historia me parece oportuno hacer un breve comentario. Ni en los libros de sepelios ni en ningún documento sobre Chircales, aparece ningún ermitaño, llamado Juan. Es muy posible que éste viviera en la primera etapa del eremitorio y no tengamos documentación escrita sobre ello. Ginés de Nápoles hace referencia a Fray Fernando, del que hemos hablado. A este ermitaño habría que situarlo en esta primera etapa. Es curioso que sea su oficio el de cordonero, como era el hermano de Ginés de Nápoles.
Después de esta precisión, continuemos la historia y vida de nuestro personaje.
Estuvo en Chircales unos años y posteriormente, enterado de que un ermitaño de Toledo había dejado libre la ermita del Zumel de Jaén, se vino a vivir a ella. El cronista nos explica su nueva vida: Nunca tuvo puerta la erinita, su adorno era un crucifijo, una imagen de Nuestra Señora, una corona de espinas, que se ponía los viernes, mucho cilicios diferentes y una pileta de agua bendita. Su cama se componía de unos palos en el suelo, sobre ellos una estera con un pellejuelo, una frezada para abrigarse y una piedra para cabezera. Todas las noches hacia una disciplina de sangre y luego tenía larga oración.
Todos los habitantes de la ciudad lo tenían por un santo y lo admiraban se puso enfermo, lo trajeron a la ciudad, le dieron los sacramentos y murió como un auténtico santo. El cronista dice que era tan apreciado y querido por todos en la ciudad que le visitó el Obispo Don Sancho de Ávila y Toledo ... y él mismo en persona le llevó los sacramentos, acompañado de lo lustroso de su Iglesia.
El Lcdo. Pedro de Buxeda (o Bujeda) es el receptor de la orden del entones Obispo de Jaén Don Sancho Dávila por la que manda que se le envíe relación de los ermitaños que viven en Chircales y de los bienes que éstos poseen, de los bienes de la ermita y la copia de la licencia del Obispo que les autorizo para llevar el hábito de ermitaño. Este decreto de fecha 12 de mayo de 1609 es ejecutado por el Lcdo. Trujillo, Párroco de Valdepeñas, actuando de notario Joan de Medina.
En la comunicación a Pedro de Buxeda se dice que fue el primer residente en dicho lugar, sin embargo el mismo responde que no fue el fundador del dicho sitio, ni sabe quién lo fue, ni tiene papeles algunos, aunque siempre han tenido la bendición de los obispos de Jaén todos los ermitaños, que están en dicho sitio de Chircales. No sabemos cuándo entró en el eremitorio. significativo que diga que el no fue el fundador de dicho recogimiento ni sabe quién lo fue. Lo cual indica que la experiencia eremítica hacía bastante tiempo que había empezado, ya que no tiene memoria histórica de ello.
Éste presbítero es de Córdoba y no se puede excluir que estuviere influenciado por el movimiento espiritual del Maestro Ávila, que tanta incidencia tuvo en Córdoba con su predicación.
Junto con Pedro de Buxeda se encuentran en este momento en Chircales los siguientes:
Blas de Osuna, que es natural de Granada, recibe la autorización para tornar el habito el 23 de junio de 1590 del Lcdo. Olea, Provisor del Obispado, previa la información favorable de vida ejemplar y buenas costumbres. En la autorización el Obispo manda que el Prior le señale una celda y ordena a los, presbíteros y vecinos de Valdepeñas que le ayuden en su recogimiento, si fuere necesario, con sus limosnas.
Diego Ruiz de Aranda es vecino de Valdepeñas. Lo autoriza para tomar el hábito de San Pablo primer ermitaño, el Obispo Don Sancho Dávila y Toledo, ya que puede vivir de sus bienes y de su patrimonio y no tiene necesidad de pedir limosna. Ha sido informado de su virtud, humildad y buenas costumbres y especialmente de su perseverancia, ya que lleva doce años esperando recibir el hábito. Le concede esta autorización el día 25 de mayo de 1607.
En ausencia de Ginés por enfermedad, éste lo nombra su sustituto hasta tanto que nombrara nuevos patronos.
Alonso Sánchez y Alonso Morales, cuyo origen y actividad desconocemos. El Hermano Alonso Sánchez, con la autorización del entonces Prior de Valdepeñas D. Cristóbal Ruiz de Villavicosa arrendó el Huerto de Chircales a Antón Moreno.
Fray Fernando. En un testamento Ginés de Jesús introduce este nuevo personaje, del que dice que es ermitaño, y que tenía en el dicho sitio unos bienes, que él le compró. Este religioso creo que puede ser un franciscano o capuchino, ya que estos tuvieron posteriormente residencia en el Castillo de Locubin y eran muy aficionados a la vida eremítica y al silencio. Este ermitaño pertenece al primer grupo de ermitaños, cuyos nombres desconocemos.
Fernando del Salto Escobar, presbítero. De este personaje sabemos que Ginés de Nápoles en el testamento le dejó la ermita y los bienes del patronato en testamento hecho ante Miguel de Minguilosa con la condición de que de las rentas hiciese un cuerpo para la Iglesia y dejase cierta renta después de su muerte. El predicho ermitaño murió sin cumplir lo pactado. No sabemos de donde era. Posiblemente de Jaén.
No se indican en este documento ni el día ni la fecha de esta cesión.
Parece Ser que Ginés se sentía ya enfermo y se fue a Jaén con su sobrino y cuñada.
Ante la muerte, tal vez inesperada, de Fernando del Salto, Ginés volvió a Valdepeñas y exigió a su hermana Dñª Luisa de Escobar, su heredera, que le entregara 24 ducados, que puso a disposición de los nuevos patronos para façer el primer Cuerpo de la Iglesia questá comenzado.
Ginés de Nápoles, que fue nombrado patrón por Gaspar Lucas, es el personaje central y fundamental. Va a vivir en Chircales al menos treinta años. Es el que selecciona a los ermitaños, previa la autorización del Obispo.
Parece ser que tenía cierta cultura, al menos por la forma de firmar que es lo único que conocemos por una declaración prestada en un juicio.
A su muerte es cuando surge el largo pleito que vamos a comentar muy ampliamente.
En el testamento de Gaspar se afirma que junto con Ginés se encuentra en dicho recogimiento Pedro de Arenas, que fueron seleccionado por él para que habite en el dicho recogimiento.
En el 3 de marzo año 1640 muere en Valdepeñas el ermitaño Alonso de San José. En testamento otorgado ante Cristóbal Ruiz el día 11 de agosto de 1638 mandó que se le hiciese entierro de medio acompañamiento y se dijesen 60 misas. De ellas cuarenta se debían decir en la ermita de Chircales, dos en la iglesia mayor y dos en el convento de San Francisco. Aunque confiesa que es pobre, deja 8 reales para la ermita de santa Ana, y otros cuatro para la ermita de San Sebastián.
Aunque ya conocíamos que los sacerdotes que pertenecían a este grupo debían de decir misa en Chircales e incluso, en ocasiones el mismo párroco, es la primera que vez, que en un testamento se manda que se digan cuarenta misas en la ermita de Chircales.
A partir de este momento el eremitorio va a decaer, ya que no se incorpora a él ningún sacerdote.
En los años siguientes aparece casualmente el nombre de otro ermitaños:
Juan Díaz, que murió en Valdepeñas el día 4 de noviembre de 1646. Murió sin hacer testamento. El predicho ermitaño era natural de las Montañas, obispado de Oviedo. El Prior hizo un recuento de los bienes que tenía a su muerte, haciendo la siguiente relación que nos ayuda a ver el sistema de vida que llevaban estos ermitaños, tan pobres y austeros:
Hallóse una libranza de fanegas de trigo que le dio el Sor. Cardenat y se bendieron a veinte y cuatro reales.
Halláronse otras quatro fanegas y nuebe celemines de trigo que cojió en el haza de Chircales y se bendieron al precio dicho arriba.
Hallóse en poder de Catalína Martínez, viuda de Pedro Gómez veinte reales del resto de un poco cebada que le compró.
Más quince reales y tres quartos que tenia en la celda y los tomó y guardó Juliana Sánchez y me los dio.
Más doce reales en que se le bendió al ermano Francisco un ábito biejo y un camisón biejo y una freçada bieja.
Más cuatro reales en que se le bendió al ermano Francisco un açadón pequeño del ermitaño de un escardillo.
Montan los bienes que se hallaron trescientos y catorce reales y seis quartos, con los quales ay para pagar un real de visita y la limosna de cera y colecturía de ciento y nobenta y cuatro misas.
Descubrirnos la gran pobreza de este hermano. Nos llama la atención la venta de un escardillo y azadón, ya que se dedicaban fundamentalmente a estas tareas agrícolas. Nos da también la noticia de que los ermitaños seguían trabajando en el haza contigua a la ermita, correspondiéndole a él de esta siembra cuatro fanegas de trigo y nueve celemines.
Quizás la noticia más interesante sea el constatar que el Obispo de Jaén y Cardenal D. Baltasar Moscoso y Sandoval se acordara de ellos y les entregara una libranza de seis fanegas de trigo, tal vez para que la cobrara en la tercia de Valdepeñas. Es extraño que haya venido de Oviedo a Valdepeñas, posiblemente ello sea explicable por la existencia de carboneros en Valdepeñas de aquella región.
Juan de Contreras, natural de Campillo de Arenas, murió en Chircales, donde le enterraron, el día 13 de julio de 1648. Era tan pobre que no hizo testamento, ya que no tenía bienes. Al entierro vino de Campillo de Arenas un hermano suyo, que pagó 20 misas por su alma. El hermano Francisco (otro ermitaño) pagó a la colecturía 27 misas o porque le debía el dinero el dicho difunto o por ser su voluntad de querella hacer bien.
Francisco de Chircales murió el 23 de mayo de 1649. No hizo testamento, pero hizo una memoria ante tres testigos, ya que no sabía escribir: Mandó que se tomase una bula de difuntos a su muerte. Mandó que se le dijesen dos misas en el altar privilegiado de la Iglesia mayor de Jaén. Mandó dos reales a cada una de las cuatro cofradías desta villa. Mandó que se dijesen cuatro misas rezadas por personas que tubiesen cargo. Mandó que todos los bienes que están referidos en la dicha memoria y los demás que se hallaren ser suyos, se vendan y pagado todo lo referido de entierro y demás cosas que ordena. El residuo se le diga en misas.
Juan de Jesús María murió y fue enterrado en Chircales el 31 de diciembre de 1655. Hizo un memorial ante ciertos testigos y mandó lo siguiente: Que su entierro se hiciese de medio acompañamiento y se hizo como lo ordenó y dijo el oficio y misa Fray Crístobal de la Chica, religioso de San Basilio y lo firmó. Mandó que a disposición de los albaceas se dijesen veinte misas que se pueden decir con tres ducados en la parte donde les parezca y luego incontinente dispusieron los albaceas que se dijesen las misas en esta iglesia y otras en el convento de la Esperanza, que está junto a Cazalla, téminlo de Cambil, que es de monjes basilíos y mandó que se dijesen en esta iglesia 24 misas y mandó que se dijesen en el dicho convento de los Basilios otras quarenta rnisas y mandó que se dijesen tres misas de ánima en nuestra señora de la Capilla de San Ilfonso de Jaén y mandó a dísposición de los albaceas se distribuyesen ocho fanegas de trigo en limosnas o en tras obras pías.
Del testamento de este hermano se deduce, que los ermitaños tenían unas íntimas relaciones con los Basilios y que estos venían con mucha frecuencia por Valdepeñas, ya que son muy frecuentes en los testamentos, especialmente a partir de esta época, las mandas de misas para que se apliquen en el convento de estos religiosos, situado en el Barranco de Monasterio o Cazalla, término en la actualidad de Carchelejo.
Juan Cano es el primer ermitaño que aparece como viudo, ya que los demás eran solteros.
El uno de agosto de 1659 fue sepultado en la Iglesia desta Villa de Baldepeñas Juan Cano, viudo de María de Rebilla, hermitaño en el sitio de Chircales, término desta villa, el qual no hizo testamento y testó por él Marcos de Sepulveda, príor de dicha iglesia y mandó que su entierro fuese de medio acompañamiento y que se le dijesen 25 misas.
Antón López de Pareja murió el día 8 de febrero de 1661 en Chircales, donde fue enterrado: El qual hizo su testamento ante Pedro de Puerta RobIes, escribano desta villa y mandó que su entierro fuese menor y para pagar dicho entierro se bendan algunos bíenes que tiene y que lo que sobrare se le diga de misas y que para lo así cumplir nombra por albaceas al Lcdo. Diego Murillo del Rayo, presbítero y le daba poder para bender y cumplir todo lo aquí contenido; el dicho Diego Murillo con yntervención y asistencia del Lcalo. Martín de Baeza de Herniosilla, vice-prior de la dicha iglesia y yo eldicho colector se bendíeron los bienes que se allaron suyos, de que procedió para decir por su alma 78 misas en esta Iglesia.
El hermano Sebastián Pérez murió el día 7 de septiembre mil seiscientos setenta y un año. Este hermano fue enterrado en la parroquia y no en Chircal es, posiblemente, porque era natural de Valdepeñas y tenía familia en esta ciudad, abandonando Chircales por razones de salud antes de su muerte. Éste no es tan pobre como los anteriores, ya que poseía un horno, y un haza. Otorgó testamento ante Pedro de la Puerta Robles el cinco de febrero de 1661. El tenor de éste es el siguiente: Por el qual mandó que se dé a cada una de las cofradías desta villa a cada una cuatro reales de limosna y que se le comprara una bula de difuntos y que se le hiciese un novenario a los ocho días después de su entierro; y al cabo del año un oficio de difuntos y que, se le digan en esta Iglesia ducientas misas y una en Nuestra Señora de la Capilla de la ciudad de Jaén y a redención de cautivos cuatro reales y a los santos lugares otros cuatro reales y a la ermita de Santa Ana seis reales y a la de Santa Bartolomé otros seis reales y a la del Señor San Sebastián cincuenta reales de limosnas y sobre un orno y una haça y una media casa que tenía en esta villa impuso seis misas raçadas en cada un año perpetuamente y mandó que su entierro fuese mayor.
Pedro Álvarez Rodríguez, natural de Medina de Rioseco, en Castilla la Vieja, hijo de Pedro Álvarez y de Isabel Rodríguez, murió el día cinco de enero de mil seiscientos setenta y seis años. Testó por medio del Señor Antonio Manuel de Lucena y Palomino, prior desta iglesia y de algunos trastes que tenía se le juntaron para quince misas de a dos reales y de limosna mandó el Señor Prior se Ie hiciese entierro mayor.
Juan de la Chica Fajardo murió el veintisiete de octubre de 1679. El predicho otorgó testamento ante Pedro de la Puerta Robles, escribano de esta villa, en fecha doce de diciembre del presente año e mandó que su entierro fuese de medio acompañamiento. A los lugares santos de Jerusalén un real; a la redención de cautivos otro; y que le comprasen una bula de difuntos y que le dijesen veinte misas en esta igIesia y veinte en el convento de la Santísima Trinidad de Jaén y una en Nuestra Señora de la Capilla y otra en la Iglesia mayor.
El hermano Juan León murió el día 19 de enero de 1680.
Otorgó su testamento ante Pedro de la Puerta. Mandó que su entierro fuese de medio acompañamiento y que se le dijesen cuatro misas de ánima. Tres en la capilla de la ciudad de Jaén y otra en la iglesia mayor y que se le dijesen en esta iglesia cuarenta misas y beinte por las ánimas de sus padres y a cada una de dichas cuatro ermitas de esta villa un real y dos para los santos lugares y dos para la redención de cautivos y que se le comprase una bula de difuntos.
Dicho hermano parece ser que muere en Valdepeñas, donde tenía familia, asistiendo a la ermita de Santa Ana, como santero.
Blas Soriano murió el seis de agosto de mil seiscientos ochenta y tres años
en Chircales. Hizo testamento ante Pedro de la Puerta Robles: Mandó que se le dijesen por su ánima e intención cuarenta misas de colecturía en esta iglesia y asimismo mandó a los otro lugares santos de Jerusalén un real de limosna y a la redención de cautivos otro real y que se le comprase una bula de difuntos.
Gregorio Serrano de la Paz murió el día 25 de agosto de 1689.
Hizo su testamento ante Pedro de la Puerta y mandó que su cuerpo fuese sepultado en la ermita del Santo Cristo de Chircales de dicha villa y que su entierro fuese de medio acompañamiento con misa i bigilia y mandó a los lugares Santos de Jerusalém un real de limosna y otro real a redención de cautivos y que se le comprara una bula de difuntos luego que muriese y mandó que se le dijesen por su ánima e intención quarenta misas de colecturía en la Iglesia parroquial de dicha villa y mandó para la lámpara del Santo Cristo de Chircales una arroba de aceite y dejó por usufructuario de una casa pequeña, que es en esta villa, a Cristóbal Merchán, su sobrino, por tiempo de nueve años, que abrán de correr desde el día de su fallecimiento; y después que fuese en propiedad y en posesión de ella a Simón Gómez Guijarro, asímesmo su sobrino, y a sus hijos y sucesores con carga de que en cada un año, así el uno como el otro, le dijesen una misa de colecturía en la Iglesia del Señor Santiago de dicha villa. Y nombró por sus albaceas a Juan Serrano de la Paz, su ermano y al ermano Francisco Moreno, a que me refiero.
El hermano Manuel de Flores murió el diez de abril de 1692. Fue sepultado en la Iglesia de Valdepeñas, siendo ermitaño de la ermita de Santa Ana. Hizo testamento ante Pedro de la Puerta Robles y mandó que se dijesen por su ánima doce misas en Nuestra Señora del Rosario desta Villa. Dejó por heredera a su hermana Inés de Ocaña, y por albaceas a Juan de Arias, presbítero, y mandó a los lugares santos de Jerusalen y a la redención de cautivos dos reales, y el Lcdo. Juan Fernández Rojo, prior de dicha iglesia y demás clérigos sirvientes ordenaron de caridad el enterrarlo con entierro de medio acompañamiento por haber servido en la dicha ermita.
Puede ser que se trate de un santero, aunque existe la posibilidad de que se encargara a los ermitaños el cuidado de estas ermitas, al dejar Chircales, por razones de salud y venirse con la familia al pueblo.
El hermano Francisco Moreno Piedrabuena nació el día 15 de diciembre de 1625 y muere el día 15 de septiembre de 1692. Sus padres se llamaban Martín Moreno y Úrsula Martínez. Hizo testamento ante Pedro de la Puerta Robles el 8 de octubre de 1692. Era natural de Valdepeñas. Es uno de los hermanos que posee algunos bienes en el mismo pueblo. Le hicieron entierro mayor y se enterró en Valdepeñas. Mandó que se le dijeran quinientas misas por su alma. Dejó en su testamento 20 reales para el Cristo de Chircales. Nombró como albacea testamentario a Juan Ruiz Cortecero y al hermano Gregorio Serrano. Nombró como heredera de sus bienes a su hermana Úrsula Martínez Moreno, mujer de Alonso Ramos. Les dejo en usufructo una casa que tenía en la calle Encinilla, que linda con la calle que sale del Egido a la ermita de Santa Ana. La otra en el Bahondillo. Muertos sus sobrinos, estos bienes pasarían al Santo Cristo de Chircales con la condición de que le aplicaran perpetuamente 4 misas.
El 8 de septiembre, en un nuevo codicilo, deja a la ermita un haza de labor que está cerca de la ermita y que en su momento compró a Antonia Rivilla. A la Cofradía del Santísimo Sacramento deja un haza que tenía en la Ventilla. A la ermita de San Bartolomé deja una casa con la condición de que le digan dos misas en los meses de julio y agosto.
Nos consta, por una fundación hecha en el año 1749, que el ermitaño Francisco Moreno fundó una memoria para que se aplicaran por él cuatro misas rezadas, dejando con este fin un huerto a Alonso Romas y a su mujer Úrsula Ramos y a sus hijos.
Es significativo que en esta fundación no se habla de ermita sino de Santuario del Cristo de Chircales.
El hermano Juan Martínez de León muere el día 26 de marzo de 1702. Hizo testamento ante el escribano público de Valdepeñas Juan Gallego de Quesada. En el testamento pide que le entierren en Chircales, y que puesto que no tiene bienes, deja a disposición del Ilmo. Sr. Obispo de Jaén el que se le dijeran algunas misas y abiendole consultado el Prior, respondió por carta que en cuanto a las misas su Ilma. Le mandaría decir las que gustase.
Era el administrador de los bienes del santuario.
Parece ser que estaba en este momento como ermitaño y capellán el presbítero Juan Montilla y el hermano Martín de Espinosa.
Era Obispo de Jaén en este momento. D. Antonio de Brizuela y Salamanca, al que se ve que no gustó mucho la carta del párroco, que como notario transcribe en el testamento la respuesta de S. Ilustrísima.
Matías de Ecija nace en Valdepeñas y murió a la edad de 85 años el día 30 de septiembre de 1750. D. Antonio de Brizuela y Salamanca, Obispo de Jaén, lo nombró administrador de los bienes del Santuario el 6 de marzo de 1702, estando como ermitaño casi cincuenta años.
El 6 de octubre de 1706 recibe en escritura pública ante el escribano Juan Gallego de Quesada, la donación de ocho fanegas de tierra, colindantes con el Santuario, hecha por D. Pedro Padilla y Pacheco. Era considerado como el Ermitaño mayor. Junto con él está también el hermano Juan de Rosales, que firma como testigo en la agrupación de varias capellanías, como veremos posteriormente.
En el año 1754, el uno de septiembre, muere el hermano Lázaro Valdivia. Le entierran en Chircales y hace gratuitamente el entierro Juan Diego González, que en aquel momento era mayordomo de la parroquia.
El 1772 aparece un ermitaño, que era viudo de Ana de Torres Marchal. Murió el 23 de agosto y se enterró en el santuario, siendo éste muy pobre y no poseyendo ningún tipo de bienes.
Con este ermitaño parece ser que termina la vida eremítica de Chircales.

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