INDICE GENERAL DE LA OBRA

miércoles, 12 de noviembre de 2008

10. ¿Cuáles son las causas que dan lugar a que se cree un grupo de Ermitaños, compuesto por sacerdotes y laicos?


La respuesta a la pregunta es muy Compleja, ya que pudieron influir diversas causas que intento analizar.


La mas importante de todas ellas hay que verla en el gran movimiento espiritual que empieza a realizarse en la diócesis en el siglo XVI.


Va a incidir en ello el nacimiento de la Universidad de Baeza y el Maestro Juan de Ávila. El Doctor Rodrigo López el año 1549 dejó sus bienes para crear una obra pía, poniendo al frente de ella a Juan de Ávila. Éste con la autorización pontificia, creó en Baeza unas escuelas menores y mayores, en las que se enseñaban cánones, artes, teología etc.


El Maestro Ávila, hoy San Juan de Ávila, era un varón de perfectísima virtud, verdadera ciencia, exenplar vida y exenplar predicación, que por ser tal lo llamaron evangélico.


Nació hacia el año 1500 en Almodóvar del Campo. Se le llamó el apóstol de Andalucía.


Dos Obispos van a estar muy unidos a esta universidad de Baeza. Don Francisco Sarmiento y Sancho Dávila y Toledo, que tenía en estas escuelas puesta su afición y donde estava, suspirava por ellas, y en su tiempo acrecentó una cátedra de teología y la pagava al Reverendísimo de sus rentas y la llamaban la cátedra del Obispo.


Con su magisterio y ejemplo el Maestro Ávila va a formar un grupo de hombres que dejarán una huella muy importante en la diócesis de Jaén en el siglo XVI. Entre ellos cabe señalar a Diego Pérez de Valdivia, que murió el 28 de febrero de 1589.


Este santo y virtuoso varón, arcediano de las catedrales de Baeza y posteriormente de Jaén, lo recluyeron durante dos años en la prisión de la inquisición de Córdoba desde el 20 de octubre de 1574 hasta 1576, declarándose con posterioridad su inocencia. Fue el discípulo predilecto de San Juan de Ávila y murió santamente en Barcelona el día 22 de febrero de 1589, llegándose a incoar su proceso de canonización. Fue rector de la Universidad de Baeza y gran predicador.

En 1583 escribe un libro sobre la vida de los ermitaños y las normas o reglas a que deben atenerse: Lo divide en tres partes: Historia de lo ermitaños; la regla de vida interior y exterior; vida espiritual y perfección. Hablando de los que ejercen mal la vocación dice: Nos dan gran dolor, tan distantes de la verdadera vida eremítica, ociosos y enemigos del trabajo, codiciosos, curiosos, sin penitencia, sin oración, sin lección, no dando buen ejemplo, yendo de acá para acullá, tomando por oficio pedir limosna, sin aquel alto y santo espíritu, silencio y encerramiento, rigor de vida y trabajo de manos.


Con este libro se demuestra el gran interés que este grupo avilísta tenía por la vida eremítica y que la experiencia no quedó limitada a la diócesis de Jaén. También comprobamos lo frecuente que era el nacimiento de falsos ermitaños que se dedicaban a ir de un sitio para otro, pidiendo limosnas y engañando a las personas sencillas, ya que eran ociosos, no les gustaba el trabajo y su afán era el dinero. El dibujo del buen ermitaño, por el contrario, es su ejemplaridad, y vida de trabajo, encerramiento y silencio, fuera del tráfico de la vida.


El ideal de la vida eremítica, tal como lo había plasmado Casiano, era muy frecuente en aquel momento. Cuentan que María de Ocampo, sobrina de Santa Teresa, le dijo, al plantear ésta la reforma, busquémos algún lugar donde podamos llevar una vida más solitaria, como los eremitas.


Otro de los discípulos de Ávila fue el Maestro Luis de Noguera. Éste fue prior de la Santa Cruz de Jaén. Era un varón humilde y virtuoso. Dice de él Ximénes Patón: Toda la ciudad le oya como a un santo, y dezian muchas personas, que cuando predicava les parecía, que hablava el Espíritu Santo en él y que sus correcciones las hacía Dios a cada tino de por sí dentro del alma.

El memorable Don Francisco Sarmiento, Obispo de la ciudad, amigo de santos y virtuosos, le hizo gracia de un arcedianato: A lo qual le respondió, que su Señoría no le quería bien, pues intentava quitarle de su quietud, pues le bastaba su pobre priorato..... Todo lo que tenia de renta lo daba a los pobres, no tenia en su casa otra cosa, que algunos libros y una pobre cama.


Era un hombre santo y virtuoso, ya que su ayuno, abstinencia y penitencia más era de hombre lleno de favores del cielo que de persona terrena.... De lo qual da testimonio la vida de los feligreses desta parroquia, pues todos eran buenos, y en las mugeres avía muchas beatas religiosas y muy penitentes y no se supo, que toda su vida feligresa o colación, uviese muger mala.


Murió el 3 de septiembre de 1590. Este santo varón fue uno de los patronos del patronato fundado por Juan Castellano y sin lugar a duda influyó muy positivamente en la vocación de Ginés de Nápoles. Promovió en Jaén una auténtica renovación de la vida cristiana. Era muy querido del Obispo de la Diócesis D. Francisco Sarmiento.


Éste y Gaspar Lucas estuvieron muy ligados a los ermitaños de Valdepeñas, especialmente a Ginés de Jesús, que fue el alma de aquella experiencia durante más de treinta años, al ser natural de Jaén. Gaspar parece ser que estudió también en la universidad de Baeza con su amigo Luis de Noguera, adquiriendo en ella el título de Maestro.


La trayectoria de Gaspar Lucas es triste. Terminó su vida recluido en el convento de la Trinidad de Córdoba, donde murió.


La Inquisición de Córdoba, después de un largo proceso, lo condenó por ser cabeza y fundador de un grupo de alumbrados en la parroquia de San Bartolomé. Lo acusó de hechicería, alumbrismo, y farsa pseudomística y el 17 de abril de 1586 le envía prisionero al convento de la Trinidad de Córdoba y a una de las beatas de su beaterío, María Romera, a servir durante toda su vida al Hospital de San Juan de Dios de Granada. Lo acusan de que ha enseñado a sus discípulas que las censuras y excomuniones del Santo oficio no les obligan a revelar el secreto de su doctrina y que no es necesario entrar en la vida religiosa para la santidad.


Estas beatas se confiesan muy a menudo, comulgan todos los días, no se casan, toman tocas blancas, saya parda, manto negro, cordón de San Francisco y andan sin chapines.


El grupo opta por lo maravilloso, por las visiones. Un testigo refiere que el maestro Gaspar les hace comulgar algunos días por la fuerza y en contra de su voluntad, y haciéndoles albrir la boca, ya que estaban traspuestas y como sin sentidos y algunas de ellas endemoniadas y que se arrobaban y trasponían; y que la que de esto ha tenido más fama es María Romera, beata, que está presa en la inquisición.


Alvaro Huerga refiere de una beata de éstas, posiblemente de Valdepeñas de Jaén, María de Vílchez, que estaba poseída de un demonio perverso, que la incitaba a blasfemar y a cometer con él lubricidades. La misma contó al Lectoral Rodríguez de Melgar que desde que era muy moza se le habia aparecido el demonio en diversas figuras; una vez se le presentó diciéndole que era Jesucristo; al fin la misma beata vino a entender y certificarse que era el demonio. Cuando recibía la comunión se colmaba, pero el demonio montaba en cólera y la maltrataba.


Esta beata la identificó con Pedro de Vílchez, que va a dar lugar al largo pleito, posiblemente hermana suya. Ello podría explicar las presiones a que pudo estar sometido Ginés, por este fuerte grupo de alumbradas, para que nombrara patrón a Pedro de Vílchez y excluyera a Bujeda, como vimos en su lugar.


Los raptos místicos de aquellas beatas y las posesiones diabólicas el muy frecuentes en aquella época. Cuentan de la Beata María Romera, que estando en éxtasis, recibió la visita, por indicación del Obispo, del lectoral de la Catedral y de un médico. Narran que la beata estaba arrobada, fuera del uso de los sentidos, como si estuviera muerta y helada.

Tenía los ojos abiertos y descubiertos los nervios y varillas del cuello con una apariencia bien extraordinaria. El médico le estrujó unas uvas agraces en los ojos y ni pestañeo. Le puso vinagre en las narices y no estornudó. Con un cuchillo le raspó en las plantas de los pies y no se inmutó, ni hizo el menor movimiento.


Todos quedaron sorprendido. El Lectoral muy sabiamente dijo:


Señora, no os engriáis de lo que os sucede, porque, según lo que escriben los teólogos y particularmente Santo Tomás, este acto os puede venir de Dios o del demonio. Por tanto que no consta de la causa ni de la raíz de él; rogad a Dios, que si es mala, os la quite; y si es buena, que la vaya continuando hasta que lleguéis a gozar de aquella claridad eterna en que ven a Dios los bienaventurados.


El inquisidor Montoya es muy crítico con Gaspar al afirinar: De todo ello junto, además de los errores y herejías, se saca este Gaspar Lucas haber sido mal ministro de los sacramentos y, con grave injuria y ofensa de ellos, haber procurado él y eIlas mostrar mucha santidad fingida para ser estudiados y tenidos por santos y, por esta vía, alcanzar bienes y riquezas.


Llega incluso a acusarle de mantener relaciones ilícitas con algunas de estas beata.


Los alumbrados fueron muy perseguidos por el tribunal de la Inquisición. También se les llamaba los iluminados, los perfectos, los dejados. Para ellos la perfección consistía en el aniquilamiento y en la abdicación de la voluntad propia ante la soberana voluntad de Dios, o dicho de otra manera, en la absoluta pasividad. La perfección culmina, por consiguiente, en el fenómeno del éxtasis, por el cual el alma entra en contacto directo con la esencia divina y de esta forma es incapaz de pecar.


La inquisición fue despiadada con aquel movimiento de renovación, no distinguiendo a veces lo verdadero de lo falso.


Al gran párroco de la Santa Cruz le incoó un proceso, que fue sobreseído después de hacerle sufrir mucho, como dijimos anteriormente. A Pérez de Valdivia le recluyó en la cárcel durante dos años. La inquisición llegó a mirar con recelo al mismo Obispo D. Francisco Sarmiento, amigo de Santa Teresa, porque defendió a Gaspar Lucas. Al mismo Fray Luis de Granada, que muere en 1558, le obligaron a corregir dos de sus libros, ya que la inquisición pudo ver en ellos rastros de iluminismo y falsa mística protestante.


Al Maestro de ellos, Juan de Ávila la Inquisición le abrió un proceso informativo, dictando el año 1532 la orden de prisión. En el 1533 se pronunció sentencia absolutoria.


Conociendo los métodos de la inquisición no sabemos hasta que punto fueron ciertas muchas de las acusaciones contra Gaspar.


Este movimiento renovador tuvo una gran influencia en el nacimiento y en la vida de cada día.
El influjo más directo en el grupo de ermitaños lo tuvo el maestro Gaspar Lucas. Este personaje tuvo una relación muy íntima con Valdepeñas, ya que su hermano era el dueño de una fábrica de vidrio que existía en el pueblo.


Tuvo una estrechísima amistad con Juan de Prado, el Fundador del Pósito, siendo albacea en el testamento de éste. Llegó a regalarle un cáliz. Ello explica que Gaspar Lucas y Luis de Noguera fueran nombrados patronos de la obra pía, que fundó Juan Castellano, ya que estos dos personajes eran conocidos por él. Una custodia que regaló Juan de Prados a la Parroquia de Valdepeñas fue copia exacta de una que había en la parroquia de la Santa Cruz.


El Maestro Gaspar era párroco de la de San Bartolomé de Jaén y el patronato le conceden amplias atribuciones en la dirección de Chircales.


En el episcopado de Sancho Dávila y de Sarmiento es cuando el eremitorio de Chircales llega a su apogeo.


D. Francisco de Sarmiento de Mendoza pide el 9 de julio de 1592 que se haga una información lo más completa sobre el santuario de Chircales. El Ldco. Olea, Vicario General y Provisor pide una información sobre la ermita de Chircales, en la que dice que habita Ginés de Nápoles. El entonces Prior de Valdepeñas Lcdo. Vitoria le envía un inventario de los bienes existentes en la ermita de los que hablaremos con posterioridad. Gaspar muere el 9 de junio de 1595.


El movimiento de alumbrados hay que situarlo en el gran movimiento místico del siglo XVI. En el año 1554 se imprime en Sevilla el Abecedarium Spirituale en siete volúmenes del Franciscano Francisco de Osuna. Muere San Juan de la Cruz en el convento de los Carmelitas Descalzos de Úbeda el 14 de diciembre de 1591. Santa Teresa de Ávila, la gran mística española, nace el 1515. Su actividad reformadora y literaria se sitúa en el período que estamos analizando, esto es, año 1563.


Estos son los hechos y las coordenadas de esta época en aquellos punto, fundamentales que nos interesan. Al margen de un juicio de valor de las personas implicadas en aquel proceso, llegamos a la conclusión que en este período hay un amplio grupo renovador, que desea un cambio en la Iglesia en conformidad con los postulados de Trento. El fenómeno mas característico de ese cambio es el nacimiento del movimiento místico que surge por doquier.

Hay un gran afán de perfección cristiana. Nunca ha habido tantos libros escritos sobre la vida de oración y contemplación, la abnegación cristiana y el sacrificio. La mística auténtica, con sus visiones, apariciones y éxtasis de una Santa Teresa, se mezcla con otra o intencionadamente falseada o simplemente producto de una sugestión enfermiza, que les llevaba a muchas de ellos a creerse objeto de apariciones, posesiones y tentaciones diabólicas. Hoy nos extrañamos de muchas de estas cosas, pero tenemos que situarnos en aquel ambiente de efervescencia religiosa.
Para nuestro estudio, sólo nos ha interesado enmarcar el nacimiento del grupo eremítico de Chircales en este ambiente. Es un siglo en que se recuerda de una manera especial a los eremitas del desierto de los primeros siglos. No hay motivos para dudar de su autenticidad, ya que se trata de unos hombres que buscan de una manera sencilla, en el desierto de Chircales, el camino de la perfección cristiana.


La ejemplaridad de sus vidas está testificada por los señores Obispos y Párrocos de esta época. Fueron queridos y tratados con amor por el pueblo y Chircales se trasformó en un foco de espiritualidad, humilde y sencillo, que ejemplarizó los habitantes de Valdepeñas de una manera permanente.


El Maestro Gaspar era querido y admirado por los habitantes del pueblo.


Los beateríos, a que he hecho referencia anteriormente, eran muy frecuentes en estos años en Úbeda, Baeza, Andujar. Eran personas o solteras o viudas, que se agrupaban en su mismas casas para aspirar a la santidad, mediante un retiro de la vida. No podían ingresar en un convento y se reunían en una casa para dedicarse a las prácticas religiosas. Vivían en común una vida austera y sacrificada.


En los años posteriores he llegado a identificar un grupo de Beatas en Valdepeñas. Una de estas beatas fue Dñª María Malo de Molina, muerta el día 10 de agosto de 1635; ésta era de las señoras más conspicuas del pueblo. También Dñª Catalina de Molina (+ 7-5-1653), mujer muy importante en la historia de Valdepeñas, que dejó por heredera universal de sus bienes a su sobrina, Ana de Ribas, hija de Lucas González de Medina. Las otras, María de Osuna, posiblemente criada de la primera y Lucía Muñoz, que murió en 1642.

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